
Hoy en día, comprar unas buenas zapatillas se ha vuelto casi un arte. Con tantas marcas, modelos y promociones por todos lados, también han aumentado las imitaciones.
Y no hablamos solo de que se vean parecidas: muchas veces la calidad es pésima, pueden lastimar los pies y, para colmo, te hacen gastar por algo que no vale la pena. Por eso, aquí van algunos tips para que no te vean la cara.

Lo primero que hay que hacer es fijarse en el precio. Si ves unas zapatillas súper famosas a mitad de lo que cuestan en tiendas oficiales, desconfía. Las marcas grandes no suelen hacer rebajas tan drásticas sin razón.
También es clave mirar bien los materiales y los detalles. Las zapatillas originales tienen buenas costuras, sin hilos colgando, y los acabados son parejitos. Las falsas, en cambio, suelen traer pegamento chorreado, telas que se sienten chafas y hasta huelen raro, como a plástico o químicos.
El empaque es otro buen indicador. Una caja bien hecha, con logos, etiquetas y papeles bien puestos, suele ser señal de autenticidad. Si te llega en una caja genérica o mal impresa, mejor duda.
Un truco que casi nadie usa pero que funciona muy bien es checar el número de serie o el código QR. Muchas marcas traen un código único dentro de la lengüeta o en una etiqueta interna. Puedes meterlo en la página oficial y ver si es real. Si el código no existe o aparece en varios modelos, ya sabes qué onda.
Otro punto: ponértelas y caminar un poco. Las originales se sienten cómodas, amortiguan bien y se adaptan al pie. Las piratas se sienten duras, incómodas o como si estuvieras pisando cartón.
Y el consejo de oro: compra en lugares confiables. Tiendas oficiales o distribuidores autorizados son tu mejor apuesta. Ahí sí hay garantía, respaldo y menos probabilidad de llevarte una sorpresa desagradable.
Al final, por más tentador que parezca ahorrar con una imitación, te puede salir más caro. No duran, no protegen y muchas veces se nota que son falsas. Mejor aplica estos trucos y compra con los ojos bien abiertos.
