Tres cosas que quizás no sabías de las mollejas de pollo

Las mollejas de pollo son uno de esos ingredientes que despiertan curiosidad y dividen opiniones. Algunos las aman por su textura y sabor, mientras que otros las miran con cierta desconfianza, sin saber realmente qué son ni todo lo que aportan. Pero lo cierto es que este pequeño órgano, tan humilde y económico, esconde más beneficios de los que la mayoría imagina. Y si alguna vez las has probado bien cocinadas —ya sea guisadas, fritas o al ajillo—, sabes que tienen un encanto muy particular.

A lo largo de los años, las mollejas han pasado de ser un alimento de aprovechamiento en la cocina tradicional a ganar reconocimiento entre chefs y amantes de la comida casera. Lo curioso es que, aunque se consumen en muchas culturas, pocos saben realmente lo que son ni por qué deberían incluirlas más a menudo en su dieta.

📌 IMPORTANTE: El video relacionado a esta historia lo encontrarás al final del artículo.
Hoy te contaré tres cosas que probablemente no sabías sobre las mollejas de pollo: su función real en el cuerpo del ave, su valor nutricional y los grandes beneficios que pueden ofrecerte si las consumes de forma equilibrada. Prepárate, porque después de leer esto, puede que las veas con otros ojos.

  1. ¿Qué son realmente las mollejas de pollo?
    La molleja no es ni músculo ni víscera común. En realidad, se trata de una parte del sistema digestivo del ave, un órgano muscular muy fuerte que cumple la función de triturar los granos y alimentos que el pollo ingiere. Como las aves no tienen dientes, utilizan las mollejas para hacer el trabajo que nosotros realizamos al masticar. Dentro de ellas, se almacenan pequeñas piedrecitas o fragmentos de alimento que ayudan a romper la comida antes de pasar al intestino.

Esa función hace que la molleja tenga una textura firme y elástica, algo que explica su resistencia al cocinarla. Por eso, cuando se preparan correctamente —con tiempo y a fuego lento—, se vuelven tiernas, jugosas y llenas de sabor. De hecho, en muchos países de América Latina, África y Asia son consideradas un manjar, y no falta quien las defienda como una verdadera delicia económica.

  1. Valor nutricional sorprendente
    Si bien las mollejas pueden parecer simples, su composición nutricional es bastante impresionante. Están llenas de proteínas de alta calidad, las mismas que ayudan a mantener y reparar los tejidos del cuerpo, favorecen el crecimiento muscular y fortalecen el sistema inmunológico.

Una porción de 100 gramos de mollejas cocidas aporta aproximadamente 30 gramos de proteína, lo cual las coloca al nivel de carnes más costosas como el filete de res o el pescado. Además, son bajas en grasa, especialmente si se preparan hervidas o a la plancha, y contienen hierro, zinc, fósforo y vitaminas del grupo B, en especial B12, que es vital para la formación de glóbulos rojos y el buen funcionamiento del cerebro.

El hierro presente en las mollejas también ayuda a prevenir la anemia y mejora la oxigenación del cuerpo, mientras que el zinc fortalece el sistema inmunológico y acelera la cicatrización. Todo esto las convierte en una opción perfecta para quienes buscan alimentos nutritivos, pero sin gastar mucho dinero.

Por supuesto, como todo alimento de origen animal, deben consumirse con moderación, especialmente si se cocinan fritas o con exceso de grasa. Pero si las incorporas de manera equilibrada, son una fuente de energía y nutrientes más que recomendada.

  1. Un alimento con historia y mucho sabor
    Más allá de su valor nutritivo, las mollejas tienen una historia cultural muy interesante. En muchas cocinas del mundo, se consideran un símbolo de aprovechamiento y respeto por el alimento. Nuestros abuelos y bisabuelos sabían sacar el máximo provecho del pollo: desde la cabeza hasta las patas, nada se desperdiciaba. Y las mollejas ocupaban un lugar especial, sobre todo en guisos y sopas tradicionales.

En República Dominicana, por ejemplo, las mollejas guisadas con un toque de orégano y ají son un plato muy popular en los hogares. En México, se suelen preparar con chile y limón, mientras que en el sur de Estados Unidos, se fríen y se sirven como un snack crujiente. En Asia, especialmente en Japón y Filipinas, se cocinan a la parrilla y se venden como comida callejera. Cada país tiene su versión, pero el principio es el mismo: convertir un ingrediente sencillo en una explosión de sabor.

Lo que pocos saben es que, gracias a su contenido de colágeno y elastina, las mollejas también pueden contribuir a la salud de la piel y las articulaciones. Aunque no sustituyen a los suplementos, son una fuente natural de estos compuestos, lo que las hace aún más interesantes para quienes buscan cuidar su cuerpo de forma natural.

¿Cómo prepararlas de la mejor manera?
Las mollejas requieren paciencia. Si se cocinan rápido, pueden quedar duras, pero si se les da tiempo, se transforman completamente. Un buen truco es hervirlas primero durante unos 30 o 40 minutos con sal, ajo y hojas de laurel. Luego puedes saltearlas, guisarlas o freírlas para darles ese toque dorado que las hace irresistibles.

También se pueden combinar con arroz, vegetales o incluso pastas. Algunas personas las añaden a sus sopas para potenciar el sabor, mientras que otras prefieren servirlas como plato principal con yuca o plátano frito. Lo importante es no tenerles miedo: con buena sazón y técnica, pueden convertirse en una de tus comidas favoritas.

Beneficios que probablemente no imaginabas
Además de ser una fuente económica de proteína, las mollejas ayudan a mejorar la digestión gracias a su contenido de enzimas naturales. También aportan una sensación de saciedad prolongada, lo que las hace ideales para quienes buscan controlar el apetito o perder peso sin dejar de comer bien.

Otro punto interesante es que, al ser un alimento de bajo índice glucémico, no provocan picos de azúcar en la sangre, lo que las convierte en una buena opción para personas con diabetes o que desean mantener estables sus niveles de energía durante el día.

Y como si fuera poco, su alto contenido en minerales fortalece los huesos y ayuda a mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo, algo esencial para el buen funcionamiento de músculos y nervios.

En resumen
Las mollejas de pollo no son solo una curiosidad culinaria; son un tesoro escondido en la cocina tradicional. Son nutritivas, versátiles y tienen una historia que habla de humildad y aprovechamiento. Así que la próxima vez que las veas en el mercado, no las pases por alto. Con una buena receta y algo de paciencia, pueden convertirse en una comida deliciosa y llena de beneficios.

Nunca subestimes a los ingredientes simples. A veces, lo más económico y pequeño puede ser también lo más poderoso para tu salud.