
Las uñas no solo cumplen una función estética, también pueden ser un reflejo de tu salud general. Si has notado la aparición de líneas en las uñas —ya sean verticales, horizontales, onduladas o hundidas— es importante que prestes atención, ya que pueden estar indicando deficiencias nutricionales, estrés o incluso enfermedades subyacentes.

Las líneas verticales, que van desde la cutícula hasta la punta, suelen ser inofensivas y se vuelven más comunes con la edad. Sin embargo, si vienen acompañadas de fragilidad o cambios de color, pueden estar relacionadas con deficiencias de hierro o vitaminas del complejo B.
Por otro lado, las líneas horizontales, conocidas como líneas de Beau, son más preocupantes. Estas marcas pueden aparecer después de enfermedades febriles fuertes, traumatismos, quimioterapia o problemas metabólicos. En algunos casos, también pueden ser señal de enfermedades más graves como la diabetes o trastornos cardiovasculares.
También existen las uñas con “líneas de Muehrcke”, que aparecen como pares de líneas blancas horizontales, y pueden ser indicativo de hipoalbuminemia (bajo nivel de proteínas en sangre), una condición que puede ser causada por problemas hepáticos o renales.
Entonces, ¿qué debes hacer si detectas líneas en tus uñas? En primer lugar, no las ignores. Observa si aparecen de repente, si son profundas, si afectan a más de una uña, o si están acompañadas de otros síntomas como debilidad, fatiga o pérdida de peso. En esos casos, lo más prudente es acudir a un dermatólogo o médico general para una evaluación completa.
Además, asegúrate de llevar una alimentación balanceada, rica en proteínas, hierro, zinc y vitaminas del grupo B. Mantén una buena hidratación, evita el contacto excesivo con productos químicos y cuida tus manos del frío o los traumatismos.
En resumen, tus uñas pueden decir mucho más de lo que imaginas. Escúchalas, obsérvalas y actúa si algo parece fuera de lo normal. Tu cuerpo te está hablando, y las uñas son solo una de sus muchas formas de hacerlo.
