
Aunque suene a anécdota moderna, esta frase resume el inicio de una historia de amor que mezcla casualidad, intuición y una chispa inmediata. Chris Hemsworth y Elsa Pataky se conocieron en 2010 gracias a su profesora de dialecto en Los Ángeles, quien pensó que podrían llevarse bien y les organizó una cita a ciegas. Pero antes de ese encuentro, Chris, curioso, buscó a Elsa en internet. Al ver una foto suya, sintió algo especial. No la conocía aún, pero ya sabía que quería conocerla.

La primera cita confirmó esa corazonada. Elsa llegó en motocicleta, con el viento a favor y una actitud que desbordaba libertad. Esa imagen —una mujer segura, aventurera y auténtica— quedó grabada en la memoria de Chris. Fue el comienzo de una conexión profunda que no necesitó grandes discursos, solo presencia y complicidad.
Pocos meses después, se casaron en una playa de Indonesia, rodeados de naturaleza y familia. Desde entonces, han construido una vida lejos del ruido de Hollywood, en Byron Bay, Australia, donde crían a sus tres hijos: India Rose, y los mellizos Sasha y Tristan.
Elsa, además de actriz y modelo, es una apasionada de las motos. Esa pasión no fue solo una anécdota del primer encuentro: forma parte de su esencia. Le encanta la velocidad, la sensación de libertad y el control que exige cada curva. Ha participado en campañas, eventos y hasta en escenas de acción donde su destreza sobre dos ruedas brilla con naturalidad. Para ella, montar en moto no es solo un hobby, es una forma de vivir con intensidad.
Juntos, Chris y Elsa comparten el amor por la aventura, el deporte y la vida al aire libre. Surf, cabalgatas, caminatas por la costa… su día a día está lleno de movimiento, pero también de raíces. Han aprendido a equilibrar sus carreras con la crianza, y aunque reconocen que no todo ha sido fácil, su vínculo se ha fortalecido con el tiempo.
Hoy, más de una década después, siguen eligiéndose. Porque a veces, una búsqueda en Google puede ser el primer paso hacia una historia que ni el mejor guionista podría haber imaginado.
