Repollo y tiroides: lo que debes saber antes de incluirlo en tu dieta

El repollo, también conocido como col, es una de esas verduras que han acompañado la cocina tradicional durante siglos. Lo encontramos en sopas, ensaladas, guisos, fermentados y hasta jugos verdes. Es económico, fácil de conseguir y lleno de nutrientes. Pero, aunque parece un alimento completamente inofensivo, hay algo que muchas personas no saben: su consumo excesivo podría interferir con el funcionamiento de la glándula tiroides, especialmente si ya existe algún problema en ella.

Y es que, como suele pasar con muchos alimentos saludables, todo depende del equilibrio. Lo que en pequeñas cantidades puede ser beneficioso, en exceso podría volverse contraproducente. Por eso, si estás cuidando tu tiroides o te preocupa su salud, es importante entender bien cómo el repollo puede influir en su funcionamiento y cómo puedes consumirlo sin correr riesgos.

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Primero, vale la pena recordar qué papel juega la tiroides en nuestro cuerpo. Esta pequeña glándula en forma de mariposa, ubicada en la base del cuello, tiene una función enorme: regula el metabolismo, controla la temperatura corporal, influye en el ritmo cardíaco, en el peso e incluso en el estado de ánimo. Cuando la tiroides no funciona bien, todo el organismo lo siente.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver el repollo con todo esto? La respuesta está en unas sustancias llamadas goitrógenos, presentes en ciertos vegetales de la familia de las crucíferas, como el repollo, el brócoli, la coliflor, las coles de Bruselas y la mostaza. Estas sustancias, cuando se consumen en grandes cantidades y sobre todo crudas, pueden interferir con la absorción de yodo, un mineral esencial para que la tiroides produzca sus hormonas.

El yodo actúa como el combustible de la glándula tiroidea. Si no hay suficiente, la tiroides tiene dificultades para fabricar sus hormonas, lo que puede llevar al hipotiroidismo (una disminución de la función tiroidea). Por eso, si una persona ya tiene una deficiencia de yodo o padece hipotiroidismo, consumir grandes cantidades de repollo crudo puede complicar la situación.

Pero no hay que satanizar al repollo. En realidad, es un alimento con una gran cantidad de beneficios: es rico en vitamina C, fibra, antioxidantes y compuestos antiinflamatorios. Además, contiene muy pocas calorías, por lo que es ideal para quienes buscan perder peso o mantener una dieta equilibrada.

Entonces, ¿deberías dejar de comer repollo si tienes problemas de tiroides? No necesariamente. La clave está en cómo lo consumes y con qué frecuencia. Cocinar el repollo, ya sea al vapor, hervido o salteado, reduce considerablemente la acción de los goitrógenos, permitiendo disfrutar de sus propiedades sin afectar negativamente la función tiroidea.

Por ejemplo, un repollo cocido durante unos minutos pierde entre el 60 y 70% de estos compuestos, lo que lo convierte en una opción segura para la mayoría de las personas. Además, si tu alimentación incluye una cantidad adecuada de yodo —a través de sal yodada, pescado o mariscos—, el riesgo de que los goitrógenos te afecten es mínimo.

Otro punto importante es la cantidad. Comer repollo ocasionalmente, incluso crudo, en una ensalada o jugo verde, no representará un problema serio para la tiroides de una persona sana. El problema aparece cuando se convierte en una parte diaria y constante de la dieta, especialmente en quienes ya tienen antecedentes de hipotiroidismo o antecedentes familiares de enfermedad tiroidea.

Hay algo curioso que muchos desconocen: el efecto de los goitrógenos varía según la persona. Algunas personas pueden comer repollo crudo con frecuencia y no presentar ningún cambio en su tiroides, mientras que otras, más sensibles o con una predisposición genética, pueden experimentar alteraciones con menor cantidad. Por eso, escuchar a tu cuerpo y consultar con un endocrinólogo siempre será la mejor decisión.

También conviene recordar que el repollo no es el único vegetal con goitrógenos. El brócoli, la col rizada (kale), la coliflor y la soya también los contienen. Sin embargo, igual que con el repollo, el problema aparece solo con un consumo excesivo o en personas con deficiencia de yodo.

Además, el repollo tiene un papel positivo en otros aspectos de la salud. Por ejemplo, ayuda a reducir la inflamación intestinal, mejora la digestión gracias a su alto contenido de fibra y puede contribuir a mantener niveles saludables de colesterol. También se ha estudiado su posible efecto protector contra ciertos tipos de cáncer debido a sus antioxidantes naturales, especialmente los llamados glucosinolatos.

Por eso, eliminarlo completamente de la dieta no sería una buena idea, sino más bien aprender a equilibrarlo. Si te gusta comerlo crudo, trata de no hacerlo todos los días y acompáñalo con alimentos ricos en yodo. Si prefieres cocinarlo, puedes disfrutarlo con más frecuencia sin preocuparte demasiado.

Una buena práctica es incluir el repollo cocido en sopas o guisos, ya que la cocción prolongada neutraliza los goitrógenos y, además, permite aprovechar otros nutrientes. También puedes hacer fermentados, como el famoso chucrut, que aunque mantiene parte de los compuestos del repollo, favorece la salud intestinal y fortalece el sistema inmunológico.

En el caso de las personas con hipertiroidismo (cuando la glándula produce demasiadas hormonas), el consumo de repollo y otros vegetales crucíferos puede ser incluso beneficioso. Los goitrógenos pueden ayudar a disminuir la producción excesiva de hormonas tiroideas, siempre bajo supervisión médica.

En conclusión, el repollo no es enemigo de la tiroides, pero sí un alimento que merece respeto y moderación. Lo importante no es eliminarlo, sino entender cómo interactúa con tu cuerpo y adaptarlo a tus necesidades. Si tienes una tiroides sana, puedes disfrutarlo sin problema; si tienes hipotiroidismo, lo ideal es comerlo cocido y sin excesos; y si tienes hipertiroidismo, podría incluso ayudarte, siempre que lo indiques a tu médico.

La clave está en la educación nutricional: ningún alimento es completamente bueno o malo por sí solo. Todo depende de la cantidad, la preparación y el contexto de tu salud. Así que no le temas al repollo, simplemente consúmelo con inteligencia.

Y si notas síntomas como cansancio constante, aumento de peso sin explicación, caída de cabello o sensibilidad al frío, no los ignores: podrían ser señales de una tiroides desequilibrada. En ese caso, consulta a tu médico y realiza los exámenes necesarios.

Recuerda que cuidar tu alimentación es una forma poderosa de proteger tu salud hormonal. El cuerpo siempre da señales; aprender a escucharlas es el primer paso para mantener el equilibrio.