Desde hace varios días se ha armado un revuelo en redes sociales por un video de Carlos Villagrán, quien con 78 años volvió a ponerse en los zapatos de Quico (o Kiko) en un show en Honduras. Aunque para muchos es un ícono imprescindible del humor latinoamercano, muchos usuarios opinaron que quizá ya es tiempo de bajarle al personaje o, al menos, ajustar cómo lo presenta.
El episodio ocurrió durante una presentación en el Circo Hermanos Fuentes Gasca en Tegucigalpa, donde Villagrán fue grabado bailando al ritmo de una canción de Pitbull mientras seguía personificando a Quico. Las imágenes se viralizaron rápido, y eso fue lo que desató los comentarios encontrados que hoy están circulando con fuerza.

IMPORTANTE: El video relacionado a esta historia lo encontrarás al final del artículo.
Las críticas no se hicieron esperar. Gente en TikTok y otras redes escribió cosas como “ya debe retirarse”, “esto ya no da risa” o “¿hasta cuándo seguirá haciendo lo mismo?”. Algunos dijeron que al verlo pensarían que lo hace por necesidad económica, porque “no le alcanzan los ahorros”, o que simplemente ya no tiene la misma energía o carisma de antes. Hay quienes consideran que su mejor época ya fue, y que conservar al personaje con tanto tiempo encima le resta más que le suma.
Por otro lado, también hubo quienes lo defendieron con pasión. Fans que afirman que Carlos Villagrán hace esto porque le encanta, porque Quico forma parte de su vida, y porque él sabe que ese personaje les da alegría a muchos. Se escucharon comentarios como “si amas lo que haces, hazlo hasta que puedas”, o “lo mejor es verlo entregado, con ganas”. Esas voces intentan equilibrar la balanza en la discusión.
Más allá de las opiniones, lo que es cierto es que el personaje de Quico marcó generaciones enteras. Fue un niño exagerado, caprichoso, con sus cachetes prominentes, sus mofletes inflados, su forma de hablar especial, y sus chistes inocentes. Mires por donde lo veas, ese personaje pertenece ya al imaginario de miles de personas en Latinoamérica. Para muchos, verlo en el escenario hoy es una mezcla de nostalgia, admiración… y también de debate: ¿hasta qué edad uno debe seguir interpretando personajes tan asociados a la juventud?
