Este no es un queso que se derrita al calor (no sirve para pizzas ni para gratinar), sino para comer cortado en cubitos o en fetas, como otra variante sana.
Cantidad: 685 g de queso de garbanzos
Ingredientes
-235 g de garbanzos crudos remojados (la medida corresponde a los garbanzos luego de 12 horas de remojo)
-1 cdita al ras de sal marina
-1 cda de jugo de limón
-1 ½ cdas soperas al ras de levadura de cerveza nutricional (ojo: no es la usada para el levado)
-1 diente de ajo
-500 cc de agua (no debe ser el agua de remojo)
-2 cdas de aceite de oliva extra virgen (primera prensión en frío)
Remojar los garbanzos crudos por 12 horas.
2- Al día siguiente, colocar todos los ingredientes en la licuadora, excepto el aceite (sólo por vagancia: me resulta más sencillo lavar el vaso después si no tiene grasa), con la mitad del agua (250 cc). Procesar, agregando la otra parte del agua, hasta que los garbanzos y el ajo se hayan deshecho totalmente.
3- Verter en la cacerola e incorporar el aceite de oliva. Mezclar bien.
4- Llevar al fuego hasta que comience a hervir, revolviendo siempre con cuchara de madera.
5- Cuando empiece a formar grumos, no hay que perder el tiempo deshaciéndolos: remover más enérgicamente (los grumos se van a integrar solos al resto de la preparación). Cocinar por 10 minutos hasta que quede como una papilla de bebé, pegajosa.
6- Sacar del fuego y, en caliente, traspasar al molde que le dará forma al queso (no es necesario aceitarlo; una vez frío, el queso se despega fácilmente).
7- Dejar enfriar y llevar a la heladera. Desmoldar y conservar tapado