
La queratólisis punctata es una infección cutánea bacteriana que afecta principalmente la piel de las plantas de los pies, aunque en algunos casos también puede presentarse en las palmas de las manos. Se manifiesta mediante pequeñas lesiones crateriformes y está estrechamente relacionada con condiciones de humedad excesiva y el uso prolongado de calzado cerrado.
Causas y Factores de Riesgo
Esta afección es provocada por bacterias como Kytococcus sedentarius, Corynebacterium, Dermatophilus congolensis, Actinomyces y Streptomyces. Estos microorganismos proliferan en ambientes cálidos y húmedos, donde producen enzimas proteolíticas que degradan la capa córnea de la piel, generando pequeñas depresiones visibles en la superficie cutánea.

Los principales factores de riesgo incluyen:
Hiperhidrosis (sudoración excesiva), que crea un ambiente ideal para la proliferación bacteriana.
Uso prolongado de calzado cerrado, especialmente en climas cálidos y húmedos.
Higiene inadecuada de los pies, que favorece el crecimiento bacteriano.
Actividad física intensa, como la practicada por deportistas o militares, que genera fricción y sudoración prolongada en los pies.
Síntomas Principales
La queratólisis punctata se caracteriza por una tríada clínica que incluye:
Lesiones crateriformes: Pequeñas depresiones en la piel con un aspecto punteado o en hoyuelos.
Mal olor (bromhidrosis): Se debe a la producción de compuestos de azufre, como sulfuros y tioésteres, generados por la actividad bacteriana.
Hiperhidrosis: Sudoración excesiva, que contribuye al crecimiento y propagación de las bacterias.
A menudo, los pacientes no presentan dolor, pero en casos más avanzados, las lesiones pueden causar sensibilidad e incomodidad al caminar.
Diagnóstico y Diferenciación
El diagnóstico es clínico, basado en la apariencia de las lesiones y la historia del paciente. Es fundamental diferenciar la queratólisis punctata de otras afecciones como:
Verrugas plantares, que suelen ser más elevadas y de textura rugosa.
Infecciones fúngicas (dermatomicosis plantar), que presentan descamación y prurito.
Tratamiento y Prevención
El tratamiento se centra en controlar la infección bacteriana y reducir la humedad en los pies:
Uso de antibióticos tópicos, como clindamicina, eritromicina o mupirocina.
Aplicación de antisépticos, como peróxido de benzoilo o soluciones con clorhexidina.
Mantener los pies secos, utilizando polvos absorbentes y calcetines de algodón transpirables.
Evitar el uso prolongado de calzado cerrado, permitiendo la ventilación de los pies.
En casos severos, pueden prescribirse antibióticos orales. Si los síntomas persisten, es recomendable acudir a un especialista en dermatología para un tratamiento más específico.
