
La muerte. Una palabra que, para muchos, despierta miedo, dudas o incluso una sensación de vacío. Aunque todos sabemos que es parte inevitable de la vida, lo cierto es que muy pocos se atreven a hablar abiertamente sobre lo que ocurre después de dar el último suspiro. Sin embargo, entender lo que pasa en el cuerpo en esos momentos y en las horas siguientes no solo es interesante, sino que también puede ayudarnos a ver este proceso con un poco más de claridad y menos misterio.
Ya sea por curiosidad o porque has perdido a alguien cercano y te preguntas qué vivió su cuerpo en esas horas finales, este recorrido te llevará paso a paso por lo que sucede, de forma sencilla y sin dramatismos.
El cuerpo se apaga poco a poco
Contrario a lo que muchos imaginan, el cuerpo no “se apaga” de inmediato al morir. Todo empieza con el último latido del corazón. Cuando este se detiene, la sangre deja de circular y, con ella, también se detiene el transporte de oxígeno a los órganos. El cerebro es uno de los primeros en verse afectado, y en tan solo unos minutos comienza a morir por falta de oxígeno. Es el principio del fin, pero no ocurre de golpe.
Cambios que se sienten… aunque ya no estemos conscientes
Lo curioso es que algunos estudios han sugerido que durante los primeros segundos o minutos tras el paro cardíaco, ciertas áreas del cerebro pueden seguir activas. Algunas personas que han estado al borde de la muerte y lograron regresar lo describen como una sensación de paz, ver una luz, o sentir que flotaban sobre su propio cuerpo. ¿Es esto una señal de algo más allá o solo una reacción neurológica? Esa pregunta sigue abierta.
El color cambia, y la rigidez comienza
Poco tiempo después, el cuerpo comienza a mostrar señales físicas visibles. La piel se pone pálida, especialmente en las extremidades, porque la sangre se va “acumulando” en las zonas más bajas del cuerpo por efecto de la gravedad. Este fenómeno se llama “lividez cadavérica”.
Luego viene la famosa “rigidez cadavérica”, donde los músculos se endurecen. Este proceso inicia entre 2 y 6 horas después de la muerte y empieza por la cara y el cuello, extendiéndose luego al resto del cuerpo. Puede durar hasta 48 horas, y después, los músculos vuelven a relajarse.
El cuerpo se enfría
Con la sangre detenida y el metabolismo inactivo, el cuerpo pierde su capacidad de mantener el calor. Esta caída de temperatura es progresiva, aproximadamente 1 grado por hora, hasta igualarse con la temperatura ambiente. Por eso, cuando alguien ha fallecido hace tiempo, se siente completamente frío al tacto.
Los órganos empiezan a “digerirse”
Este punto puede sonar impactante, pero es parte natural del proceso. Al no recibir oxígeno, las células de los órganos comienzan a romperse. Las enzimas digestivas que antes servían para descomponer los alimentos, ahora empiezan a descomponer los propios tejidos. Esto se conoce como autólisis. Es como si el cuerpo comenzara a «digerirse a sí mismo».
Las bacterias toman el control
Dentro del cuerpo humano viven millones de bacterias, especialmente en el intestino. Cuando el sistema inmunológico ya no está activo, estas bacterias comienzan a salir de control y proliferar. Eso genera gases, olores, y cambios visibles como hinchazón. Es parte de la descomposición y del ciclo natural de la vida.
¿Y después qué? Depende de lo que elijamos en vida
Una vez que el cuerpo entra en el proceso de descomposición, lo que sigue dependerá de la cultura, las creencias y los deseos de la persona fallecida. Algunas personas son enterradas, otras cremadas, y en algunos casos, donadas a la ciencia. Cada opción tiene su significado y valor, y es una decisión muy personal.
Hablar de la muerte no tiene por qué ser un tema tabú. Entender lo que sucede físicamente después de morir nos ayuda no solo a perder el miedo, sino también a valorar aún más la vida. Porque si algo nos recuerda la muerte, es que estamos aquí por tiempo limitado, y cada día cuenta.
