Primera forma: con leche en polvo
Ingredientes:
1 taza de leche en polvo
1 taza de azúcar en polvo
1 cucharada de mantequilla derretida
1/4 taza de agua caliente
Instrucciones:
En una licuadora o procesador de alimentos, agrega la leche en polvo, el azúcar, la mantequilla y el agua caliente. Mezcla bien hasta obtener la consistencia deseada. Si la mezcla es muy espesa, añade un poco más de agua.
Vierte la leche condensada en un frasco hermético y guárdala en el refrigerador.
Es perfecta para preparar helados y muchas otras recetas.
¡Buen provecho!
Segunda forma: sin leche en polvo
Ingredientes:
1 taza de leche entera
1 taza de azúcar
2 cucharadas de mantequilla sin sal
1/2 cucharadita de vainilla (opcional)
Instrucciones:
En una cacerola mediana, coloca la leche y el azúcar.
Calienta a fuego medio, revolviendo constantemente hasta que el azúcar se disuelva por completo.
Reduce el fuego a bajo y deja que la mezcla hierva lentamente. Remueve de vez en cuando para evitar que se pegue o se queme. No dejes que llegue a hervir completamente.
Cocina a fuego lento durante 30 a 45 minutos, o hasta que la mezcla se espese y su volumen se reduzca a la mitad.
Una vez que esté espesa, retira del fuego y agrega la mantequilla y la vainilla (si decides usarla). Mezcla hasta que la mantequilla se derrita e incorpore por completo.
Deja que la leche condensada se enfríe completamente.
Viértela en un recipiente limpio o un frasco hermético y consérvala en el refrigerador. Se espesará aún más al enfriarse.
Nota: La leche condensada casera puede almacenarse en el refrigerador hasta por una semana. Remueve bien antes de usar, ya que podría separarse un poco con el tiempo.