
Aunque para los humanos puede parecer incómodo o incluso inapropiado, el hecho de que los perros huelan las partes íntimas de las personas o de otros perros tiene una explicación totalmente natural basada en su biología y comportamiento social. Este acto, lejos de ser un gesto de mal comportamiento, está profundamente ligado a su instinto y a su forma de comunicarse.

Los perros poseen un olfato extraordinariamente desarrollado, hasta 100.000 veces más sensible que el del ser humano. Además, cuentan con un órgano llamado órgano de Jacobson o vómero-nasal, que les permite detectar feromonas: sustancias químicas que transmiten información biológica sobre otros seres vivos. Las feromonas están especialmente concentradas en las zonas genitales y anales, por lo que cuando un perro huele esas partes, está obteniendo una gran cantidad de datos.
A través de este comportamiento, los perros pueden saber si el otro animal (o persona) está sano, si es macho o hembra, su estado emocional, su nivel hormonal e incluso si ha tenido contacto reciente con otros animales. En el caso de las personas, especialmente las mujeres, los perros pueden detectar cambios hormonales asociados con el ciclo menstrual, embarazo o incluso enfermedades. Por eso, en algunas situaciones, los perros se sienten atraídos a oler ciertas partes del cuerpo humano.
Este acto también forma parte del protocolo de saludo y reconocimiento entre perros. Cuando se encuentran, olfatean mutuamente sus partes traseras para “leer” esa información esencial y establecer una relación social. Entre ellos, esto es tan normal como un apretón de manos entre humanos.
Es importante entender que no se trata de un comportamiento sexual, sino de una forma de exploración e identificación. Sin embargo, si el perro insiste demasiado en hacerlo con personas, especialmente con extraños, es recomendable redirigir su atención o enseñarle límites de forma amable, sin regaños agresivos, ya que solo está siguiendo su instinto.
En resumen, cuando un perro huele las partes íntimas, lo hace por razones completamente naturales y sociales. Su poderoso olfato le permite conocer a fondo a otros seres a través del aroma, y aunque este comportamiento pueda parecer curioso o incómodo, forma parte de su lenguaje corporal y su forma de entender el mundo que lo rodea.
