A todos nos ha pasado: estás disfrutando una noche tranquila al aire libre, y mientras los demás apenas notan un zumbido ocasional, tú terminas lleno de picaduras. No importa si te pones manga larga o usas repelente, parece que los mosquitos tienen una especie de GPS programado para encontrarte. Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Qué hace que algunas personas sean un imán para los mosquitos mientras otras salen casi ilesas?
La respuesta no es una sola, sino una mezcla de biología, química corporal y algunos factores curiosos del entorno. Los mosquitos no eligen al azar, tienen sus preferencias, y la ciencia ya ha logrado descifrar muchas de ellas.

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Empecemos por lo básico. Los mosquitos, especialmente las hembras (porque son las que pican), necesitan proteínas de la sangre humana para desarrollar sus huevos. Por eso buscan huéspedes que les garanticen una buena «comida» para reproducirse. Pero no todos los cuerpos emiten las mismas señales químicas, y ahí es donde entra en juego esa diferencia que hace que a ti te piquen más que a otros.
- El olor corporal y el dióxido de carbono: su GPS favorito
Una de las primeras cosas que atraen a los mosquitos es el dióxido de carbono (CO₂) que exhalamos al respirar. Entre más CO₂ emite una persona, más visible se vuelve para estos insectos. Las personas más altas, con mayor masa corporal o que hacen ejercicio, suelen exhalar más CO₂, y por lo tanto, son más fáciles de detectar. Si a eso le sumamos el calor corporal, tienes el cóctel perfecto para convertirte en su blanco preferido.
Pero no solo el aire que exhalas importa, sino también el olor natural de tu cuerpo. Cada ser humano tiene una combinación única de bacterias en la piel que genera un aroma particular. Algunos de esos compuestos resultan irresistibles para los mosquitos, mientras que otros los repelen. Curiosamente, estudios han mostrado que las personas con ciertas floras bacterianas en la piel tienden a ser más “sabrosas” para estos insectos.
- El tipo de sangre también influye
Sí, aunque suene extraño, tu tipo de sangre puede ser una de las razones por las que te pican más. Investigaciones han revelado que los mosquitos prefieren la sangre tipo O, mientras que las personas con tipo A suelen ser las menos atacadas. Esto no significa que si eres tipo O estás condenado, pero sí podrías tener más probabilidades de ser elegido en un grupo. Además, algunas personas secretan sustancias químicas en la piel que delatan su tipo de sangre, lo que los vuelve aún más fáciles de identificar. - El sudor, el ácido láctico y el ejercicio
Si alguna vez notaste que los mosquitos te persiguen más después de hacer ejercicio, no es tu imaginación. Cuando te ejercitas, tu cuerpo produce más ácido láctico, una sustancia que se libera por los poros y que estos insectos detectan con facilidad. Además, la transpiración aumenta la temperatura corporal y el olor, dos cosas que los mosquitos adoran. Así que sí, un simple paseo o una sesión de entrenamiento pueden convertirte en su cena favorita.
- La ropa que usas también importa
Tal vez nunca lo habías pensado, pero los colores que eliges pueden hacerte más visible para los mosquitos. Ellos tienen una visión sensible a los contrastes y tienden a sentirse atraídos por los colores oscuros, como el negro, azul marino o rojo. En cambio, los tonos claros como el blanco, beige o pastel tienden a pasar más desapercibidos. Así que si estás en un lugar con muchos mosquitos, vestirte con colores claros puede marcar la diferencia. - El alcohol: un imán inesperado
Una copa de vino o una cerveza al aire libre puede parecer inofensiva, pero hay evidencia de que el consumo de alcohol puede aumentar tu atractivo para los mosquitos. No se sabe con exactitud si es por el calor corporal que aumenta o por los compuestos químicos que se liberan con el metabolismo del alcohol, pero parece que después de beber, estos insectos te encuentran aún más tentador. - Las hormonas y los cambios del cuerpo
Nuestro cuerpo cambia constantemente, y esos cambios pueden alterar el olor que desprendemos. Factores como el ciclo menstrual, el embarazo o el estrés pueden modificar los compuestos químicos que emitimos por la piel, atrayendo (o a veces alejando) a los mosquitos. Por ejemplo, las mujeres embarazadas suelen ser más atractivas para ellos, posiblemente porque emiten más CO₂ y calor. - El perfume y los productos para la piel
No todos los aromas artificiales los atraen, pero algunos perfumes y lociones contienen notas florales o frutales que imitan los olores que los mosquitos asocian con el néctar, una de sus fuentes naturales de alimento. También hay productos corporales que alteran el pH o la capa de grasa de la piel, haciendo que tu aroma natural se intensifique. Así que, a veces, ese perfume que te encanta puede ser el motivo por el que no te dejan en paz. - Tu genética: la razón que no puedes cambiar
Aunque puedes modificar algunas cosas, como la ropa o el perfume, hay otros factores que simplemente vienen en tu ADN. La genética influye en la producción de compuestos químicos de la piel, en la cantidad de CO₂ que emites y en tu tipo de sangre. De hecho, los científicos calculan que entre el 60% y el 70% de la atracción que generas hacia los mosquitos está determinada genéticamente. En otras palabras, naces con esa “maldición”. - La zona y el clima también cuentan
Los mosquitos prosperan en lugares cálidos y húmedos, y hay especies que se adaptan mejor a ciertos ambientes. Si vives o viajas a una región tropical o cerca de cuerpos de agua, la exposición es inevitable. Además, el amanecer y el atardecer son los momentos del día en que están más activos, así que si te gusta salir a caminar en esos horarios, ya sabes por qué terminas con picaduras. - Cómo protegerte de manera más efectiva
Ya que no podemos cambiar nuestra genética ni nuestro tipo de sangre, la clave está en tomar precauciones. Los repelentes con DEET, icaridina o citronela siguen siendo los más eficaces. También puedes probar remedios naturales, como aceites esenciales de eucalipto, lavanda o menta, que ayudan a disuadirlos sin recurrir a químicos fuertes. Usar ropa ligera, pero de manga larga, y mantenerte fresco y limpio reduce mucho las posibilidades de atraerlos.
Evitar el agua estancada cerca de casa es otro paso fundamental, ya que ahí ponen sus huevos. Y si quieres dormir tranquilo, los mosquiteros siguen siendo una de las soluciones más efectivas y simples que existen.
Conclusión: no eres tú, son ellos (y tu química)
Ser “el preferido” de los mosquitos no es cuestión de suerte, sino de biología. Cada cuerpo emite señales distintas, y esas pequeñas diferencias son las que determinan quién será el próximo en la lista. Entender estas razones no solo ayuda a protegerte mejor, sino que también explica por qué, aunque cambies de perfume o uses repelente, a veces parece que no hay escapatoria.
Así que la próxima vez que alguien te diga que los mosquitos te aman, podrás responder con fundamento: no es que te amen, es que tu cuerpo les resulta científicamente irresistible.

