Las 4 vitaminas que toma una mujer de 87 años para mantenerse llena de vitalidad

A los 87 años, muchas personas suelen tener un ritmo de vida más pausado. Sin embargo, hay quienes parecen desafiar el paso del tiempo y mantienen una energía que sorprende a todos. Ese es el caso de una mujer que, a pesar de su edad, sigue activa, con buen humor y una vitalidad que deja a cualquiera con la boca abierta. ¿Su secreto? Una combinación de hábitos saludables, una actitud positiva ante la vida y cuatro vitaminas que no faltan jamás en su rutina diaria.

Lo más curioso es que ella no habla de “milagros” ni de fórmulas mágicas, sino de equilibrio. Afirma que lo importante no es solo tomar suplementos, sino entender por qué los toma y cómo ayudan a su cuerpo a mantenerse fuerte, ágil y con la mente despejada.

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A lo largo de su vida, esta mujer aprendió que el envejecimiento no tiene que ser sinónimo de debilidad o dependencia. Por eso, cuida lo que come, duerme bien, se mueve todos los días y, sobre todo, alimenta su mente con pensamientos positivos. Pero además de eso, ha hecho de las vitaminas una herramienta clave para reforzar su bienestar. A continuación, te contamos cuáles son las cuatro vitaminas que forman parte de su rutina y por qué pueden marcar una diferencia real en la salud, especialmente después de los 60.

  1. Vitamina D: el “sol” que da fuerza y ánimo
    Aunque a veces pasa desapercibida, la vitamina D es esencial, sobre todo en la tercera edad. Esta mujer comenzó a tomarla cuando notó que se sentía más cansada y que sus huesos parecían resentirse incluso con pequeños esfuerzos. Su médico le explicó que, con la edad, el cuerpo pierde la capacidad de producir suficiente vitamina D a través del sol, y eso afecta directamente la fuerza muscular y la densidad ósea.

Desde entonces, no ha faltado en su rutina diaria. Ella misma asegura que, después de unos meses de tomarla, sintió una mejora notable: menos dolores, más energía y hasta un mejor estado de ánimo. Y no es casualidad, ya que esta vitamina también influye en la producción de serotonina, la llamada “hormona de la felicidad”.

Además de los suplementos, trata de salir a caminar todas las mañanas, incluso cuando hace algo de frío. Dice que unos 15 o 20 minutos de sol temprano hacen maravillas, no solo para el cuerpo, sino también para el alma.

  1. Vitamina B12: claridad mental y energía para el día a día
    A medida que pasan los años, el cuerpo pierde la capacidad de absorber bien la vitamina B12, y esa deficiencia puede causar cansancio, debilidad e incluso problemas de memoria. Esta mujer lo descubrió cuando empezó a sentirse más lenta mentalmente, olvidando pequeños detalles que antes no se le escapaban.

Tras una evaluación médica, comenzó a tomar un suplemento de B12, y los resultados fueron notables. Recuperó su claridad mental, su energía aumentó y volvió a disfrutar de actividades que había dejado por sentirse agotada.

La B12 es vital para mantener en buen estado el sistema nervioso y ayudar en la producción de glóbulos rojos. Ella cuenta que, junto a la vitamina D, fue una de las mejores decisiones que tomó para su salud, porque siente que su mente está tan despierta como cuando tenía 50 años.

  1. Vitamina C: el escudo natural del cuerpo
    La vitamina C es una vieja conocida, pero ella asegura que no falta nunca en su dieta. A diario toma su dosis en forma de suplemento, aunque también procura consumir frutas ricas en esta vitamina, como naranjas, guayabas, fresas y kiwi.

Según explica, más allá de reforzar el sistema inmunológico, la vitamina C la ayuda a mantener la piel más firme y luminosa. A los 87 años, no tiene la piel de una veinteañera, pero sí un cutis saludable y bien cuidado. “No se trata de borrar las arrugas, sino de sentirte bien en tu propia piel”, dice entre risas.

También comenta que desde que la toma de manera regular, las gripes y resfriados prácticamente desaparecieron. Y eso no es poca cosa, porque a su edad el sistema inmunitario suele volverse más débil. Su secreto es sencillo: constancia. Todos los días, sin excusas, toma su vitamina C como parte de su desayuno.

  1. Vitamina E: el toque de juventud que protege desde adentro
    La cuarta vitamina que no falta en su vida es la E, conocida por su poder antioxidante. Esta vitamina ayuda a combatir los radicales libres que aceleran el envejecimiento celular y protegen tanto la piel como los órganos internos.

Ella empezó a tomarla no por estética, sino porque le explicaron que también cuida el corazón y la circulación. A los pocos meses notó que su piel estaba más suave, sus uñas más fuertes y su cabello más brillante. Pero lo que más le entusiasma es que siente que su cuerpo “funciona mejor”.

“Ya no me duelen tanto las articulaciones y siento las piernas más ligeras”, dice. De hecho, suele recomendar a otras personas mayores que hablen con su médico sobre esta vitamina, ya que, según su experiencia, mejora la calidad de vida de una manera que se nota en el día a día.

Más allá de las vitaminas: una vida con propósito
Aunque las vitaminas son una parte fundamental de su bienestar, esta mujer insiste en que lo más importante es mantener la mente activa y el corazón agradecido. Ella empieza cada mañana con una sonrisa, un vaso de agua, y una pequeña oración. Luego toma sus vitaminas, desayuna con frutas y pan integral, y sale a caminar mientras saluda a los vecinos.

Dice que mantenerse en movimiento y conectada con otras personas la hace sentir viva. Además, disfruta cocinar para su familia, leer y cuidar sus plantas, lo que considera su terapia personal. “No se trata solo de vivir más, sino de vivir mejor”, repite con convicción.

También destaca que nunca toma nada sin consultar antes con su médico. Cada cuerpo es diferente, y lo que le funciona a uno puede no ser ideal para otro. Pero sí cree que las vitaminas, acompañadas de buenos hábitos, son una herramienta maravillosa para mantener la vitalidad incluso en edades avanzadas.

El verdadero secreto de su vitalidad
Más allá de las vitaminas y los suplementos, su verdadera clave parece estar en su actitud. Mantiene el entusiasmo por aprender, la curiosidad por el mundo y un agradecimiento constante por cada día. Esa energía positiva se refleja en todo lo que hace.

Ella misma resume su filosofía de vida en una frase sencilla pero poderosa: “El cuerpo envejece, pero el alma no tiene por qué hacerlo”. Y quizás ahí esté la respuesta a por qué, a sus 87 años, se levanta cada día con una sonrisa, lista para seguir disfrutando de la vida.