3 patatas medianas.
1 cebolla
3 puñados de espinacas
1/3 de taza de agua
Aceite de oliva
Pimienta negra
Sal
Albahaca
Pelamos y cortamos las patatas en cubos grandes. Llenamos una olla grande de agua y la encendemos a fuego alto. Tapamos y esperamos a que hierva.
Cuando rompa a hervir, añadimos la patata y dejamos cocer hasta que se torne tierna y fácil de atravesar con un tenedor.
Mientras tanto, pelamos y picamos muy finamente la cebolla y la salteamos en una sartén, junto con otro chorrito de aceite de oliva.
Cuando la cebolla esté dorada, añadimos las espinacas y salteamos unos minutos más, hasta que las espinacas estén tiernas. Cuando esté todo listo, apagamos el fogón.
Cuando las patatas estén ya cocidas, las retiramos del agua y las dejamos en el plato. Añadimos una pizca de sal, pimienta, albahaca y el 1/3 de taza de agua poco a poco, machacando y mezclando mientras tanto, hasta conseguir una textura cremosa. Podemos añadir más agua si fuese necesario.
Añadimos el salteado a la patata y mezclamos bien.
Volcamos la mezcla en el molde y presionamos con un tenedor hasta adaptar la mezcla al molde.
Echamos un chorrito fino de aceite por la superficie de la patata y insertamos en el horno.
Lo mantenemos hasta gratinar, encendido por arriba a temperatura media baja, unos 160 grados.
Poco a poco irá tostando, así que cuando esté a nuestro gusto, lo retiramos.
¡Servir caliente!