
El pequeño lazo que adorna la parte frontal de muchas prendas de ropa interior femenina puede parecer, a simple vista, un simple detalle estético o decorativo. Sin embargo, su presencia constante a lo largo del tiempo sugiere una historia más profunda, que combina aspectos históricos, funcionales y simbólicos. Este adorno, que hoy se asocia con la feminidad y la delicadeza, tiene raíces que van mucho más allá del diseño moderno.

Un origen funcional y práctico
En siglos pasados, cuando la ropa interior no contaba con los materiales elásticos actuales, se utilizaban cintas y cordones para ajustar las prendas al cuerpo. Las mujeres amarraban estas cintas en la parte delantera de las enaguas, corsés o pantaletas, lo que facilitaba su colocación y ajuste. Con el tiempo, esos cordones comenzaron a terminar en un lazo, tanto por practicidad como por estética.
Así, el lazo servía como punto visible para identificar la parte frontal de la prenda, especialmente útil cuando la ropa interior era más voluminosa o confeccionada de forma simétrica. Esta funcionalidad inicial se mantuvo durante generaciones, incluso cuando el desarrollo textil permitió la creación de prendas más ajustadas y elásticas.
Un símbolo de feminidad
Con la evolución de la moda y la incorporación de encajes, satines y otros detalles ornamentales, el lazo dejó de ser una necesidad funcional para convertirse en un símbolo decorativo. Su presencia en el centro del sujetador o las braguitas comenzó a asociarse con la dulzura, la coquetería y la feminidad tradicional.
De hecho, el lazo también puede interpretarse como un elemento de comunicación no verbal. En contextos más íntimos, sugiere una especie de “envoltorio” o detalle juguetón, evocando misterio y seducción. Algunos diseñadores incluso lo incluyen deliberadamente para reforzar una estética vintage o romántica.
Tradición que perdura
Aunque en la actualidad el lazo ya no cumple una función práctica en la mayoría de los diseños, su permanencia es un testimonio de cómo ciertos elementos del pasado logran mantenerse vivos gracias a su valor simbólico y emocional. En muchos casos, representa un homenaje a la tradición femenina y a la historia de la moda íntima.
En definitiva, el lazo en la ropa interior femenina es mucho más que un simple adorno: es un vestigio de la historia, una marca de identidad estética y un guiño a la feminidad que ha perdurado a través del tiempo.
