
El azúcar ha sido durante siglos un ingrediente esencial en la alimentación humana. Presente de forma natural en frutas, verduras y productos lácteos, también se ha convertido en un componente omnipresente en alimentos procesados. Pero, ¿es el azúcar una fuente de energía vital o un enemigo silencioso que deteriora nuestra salud?
Desde un punto de vista energético, el azúcar cumple una función importante. Nuestro cuerpo convierte los azúcares en glucosa, la cual se utiliza como combustible para nuestras células. Esto es especialmente relevante en situaciones de alta demanda energética, como durante el ejercicio físico o el crecimiento. Sin embargo, la historia no termina ahí.

El problema surge con el consumo excesivo de azúcares añadidos, muy comunes en refrescos, bollería industrial, salsas y alimentos ultraprocesados. Este tipo de azúcar no solo aporta calorías vacías —sin vitaminas ni minerales—, sino que además puede llevar al organismo a un desequilibrio. Estudios han demostrado que el exceso de azúcar puede contribuir al desarrollo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y caries dentales.
Además, el azúcar tiene un efecto adictivo. Al consumirlo, el cerebro libera dopamina, el mismo neurotransmisor relacionado con la sensación de placer. Esto puede generar un ciclo de antojos y sobreconsumo, afectando tanto el metabolismo como la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo de azúcares libres no supere el 10% de la ingesta calórica diaria total. En adultos, esto equivale aproximadamente a 50 gramos o unas 12 cucharaditas de azúcar por día. Sin embargo, muchas personas superan esta cantidad sin siquiera notarlo, debido al azúcar “oculto” en productos aparentemente saludables.
En conclusión, el azúcar no es en sí el enemigo, pero su consumo desmedido y constante puede convertirse en una amenaza silenciosa para la salud. La clave está en la moderación, la educación alimentaria y optar por fuentes de azúcar natural, como frutas, que aportan nutrientes adicionales. ¿Energía o enemigo? Depende de cómo lo consumas.
