El dolor de cadera es una molestia que puede pasar desapercibida al principio, pero con el tiempo se convierte en una señal que el cuerpo lanza para avisarnos que algo no anda bien. Puede aparecer de forma repentina, tras un mal movimiento, o desarrollarse poco a poco hasta afectar tareas cotidianas tan simples como caminar, agacharse o dormir de lado. Aunque muchas personas lo asocian con la edad o el desgaste natural, lo cierto es que este tipo de dolor tiene muchas causas posibles y no siempre están relacionadas con los huesos.
Lo más curioso del dolor de cadera es que no siempre proviene directamente de esa zona. A veces, su origen está en la espalda, las piernas o incluso en los músculos cercanos. Por eso, entender lo que el cuerpo intenta comunicar a través de esta molestia es clave para actuar a tiempo y evitar complicaciones mayores.

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- Problemas articulares: el origen más común
La cadera es una articulación compleja que soporta gran parte del peso del cuerpo. Con el paso de los años, el cartílago que protege los huesos puede desgastarse, dando lugar a la famosa artrosis de cadera. Este desgaste genera dolor, rigidez y dificultad para moverse, sobre todo al levantarse o después de estar sentado mucho tiempo. También puede producir chasquidos o sensación de “bloqueo” al mover la pierna.
En personas jóvenes o deportistas, otra causa frecuente es la inflamación de la bursa, una pequeña bolsa con líquido que actúa como amortiguador entre huesos y músculos. Esta condición se conoce como bursitis trocantérea y se caracteriza por un dolor intenso al caminar, subir escaleras o acostarse sobre el lado afectado. Aunque no es grave, puede volverse muy molesta si no se trata adecuadamente.
- Dolores que vienen de la espalda o la pelvis
En muchos casos, el dolor que sentimos en la cadera no se origina ahí, sino en la zona lumbar o en los nervios que recorren la pelvis. Por ejemplo, una hernia discal o la irritación del nervio ciático pueden generar molestias que se irradian hacia la cadera, el glúteo o la pierna. Este tipo de dolor suele ser punzante o ardiente y puede empeorar al estar de pie mucho tiempo o al inclinarse hacia adelante.
También es común que las mujeres experimenten dolor de cadera relacionado con la pelvis o el suelo pélvico, especialmente después del embarazo o por cambios hormonales. La tensión muscular en esta área puede alterar la postura y generar presión en una de las caderas, provocando un dolor difuso que se confunde con problemas articulares.
- Lesiones musculares y sobreesfuerzo físico
Si practicas deporte, haces trabajos que implican levantar peso o pasas muchas horas sentado, tus músculos pueden tener algo que ver. El dolor de cadera a menudo proviene de contracturas o lesiones en músculos como el psoas, los glúteos o los aductores. Cuando uno de estos músculos se tensa demasiado o se inflama, tira de la articulación de la cadera y causa dolor al moverse o al estar mucho tiempo en una misma postura.
Una de las causas más infravaloradas es el acortamiento del psoas, un músculo profundo que conecta la columna lumbar con la cadera. Pasar mucho tiempo sentado lo vuelve rígido, lo que puede generar molestias tanto en la espalda baja como en la parte frontal de la cadera. La buena noticia es que con estiramientos regulares y ejercicios de movilidad, esta causa puede mejorar notablemente.
- Factores hormonales y metabólicos
En las mujeres, los cambios hormonales durante la menopausia pueden provocar descalcificación ósea y mayor rigidez articular, lo que incrementa la probabilidad de dolor de cadera. Además, enfermedades como la artritis reumatoide, la gota o la osteoporosis también pueden afectar esta zona. Cuando los huesos pierden densidad o las articulaciones se inflaman, la cadera suele ser una de las primeras en manifestarlo.
Por otro lado, el exceso de peso puede ejercer presión adicional sobre la articulación, acelerando su desgaste y aumentando el riesgo de lesiones. Mantener un peso saludable, una buena hidratación y una alimentación rica en calcio y vitamina D es esencial para prevenir este tipo de problemas.
- Dolor de cadera en jóvenes: señales que no deben ignorarse
Aunque muchas veces se asocia a personas mayores, el dolor de cadera también puede presentarse en jóvenes, sobre todo en quienes practican deportes de impacto o pasan mucho tiempo sentados. Lesiones por sobreentrenamiento, desalineaciones posturales o incluso displasia de cadera no diagnosticada pueden ser el origen del problema. Ignorar el dolor o automedicarse solo empeora la situación a largo plazo.
En adolescentes y adultos jóvenes, el pinzamiento femoroacetabular es una causa cada vez más frecuente. Ocurre cuando el fémur y el acetábulo (la cavidad de la cadera) no encajan perfectamente, lo que genera fricción con el movimiento. Con el tiempo, esta fricción puede dañar el cartílago y provocar artrosis prematura si no se trata.
- Dolor que empeora al dormir o al caminar
Una pista importante sobre el origen del dolor es observar cuándo se presenta. Si duele al caminar o subir escaleras, puede estar relacionado con músculos o tendones. Si empeora por las noches o al acostarse sobre un lado, probablemente tenga que ver con bursitis o inflamación articular. En cambio, si aparece al estar mucho tiempo de pie, la causa podría ser la compresión nerviosa o problemas de postura.
También hay personas que sienten el dolor más en la ingle que en la parte lateral de la cadera. Este detalle puede indicar una afectación interna de la articulación o del cartílago. En cambio, si el dolor se irradia hacia el glúteo o la pierna, es más probable que el nervio ciático esté involucrado.
- Qué hacer si tienes dolor de cadera
Lo primero es no ignorarlo. El dolor es la forma en que el cuerpo pide atención. Si es leve o reciente, descansar, aplicar calor local y hacer estiramientos suaves puede ayudar. Pero si persiste más de una semana, si es muy intenso o si te impide realizar tus actividades normales, lo ideal es consultar con un médico o fisioterapeuta.
El especialista podrá evaluar si el dolor proviene de la articulación, los músculos o la espalda, y recomendará el tratamiento adecuado: fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios, ejercicios de fortalecimiento o, en casos más graves, estudios de imagen para descartar lesiones mayores.
- Cómo prevenir el dolor de cadera
La prevención siempre será la mejor medicina. Mantener una buena postura, evitar el sedentarismo, fortalecer el core y los glúteos, y no cargar peso excesivo son hábitos que protegen tus caderas. Además, caminar, nadar o practicar yoga son actividades excelentes para mantener la flexibilidad y la fuerza sin generar impacto.
Dormir con una almohada entre las piernas también puede aliviar la presión en la cadera, especialmente si duermes de lado. Y algo fundamental: escuchar a tu cuerpo. Si algo duele, no lo fuerces. A veces, descansar un par de días puede evitar semanas de dolor.
El dolor de cadera no siempre es señal de algo grave, pero tampoco debe tomarse a la ligera. Cada molestia es una oportunidad para entender mejor lo que tu cuerpo necesita. Con atención, movimiento consciente y buenos hábitos, puedes mantener tus caderas sanas y en equilibrio durante mucho tiempo.

