A simple vista, el camarón parece un alimento inofensivo y delicioso que se gana el protagonismo en cientos de platos alrededor del mundo. Ya sea a la parrilla, al ajillo, en cócteles o dentro de una pasta cremosa, pocos se resisten a su sabor. Sin embargo, hay un detalle que suele pasar desapercibido para muchos y que divide opiniones cada vez que se menciona: la famosa “vena” del camarón. Esa línea oscura que corre a lo largo de su lomo y que, para algunos, debe eliminarse sí o sí antes de cocinarlo, mientras que otros aseguran que no hace falta preocuparse por ella.
Este pequeño detalle culinario ha generado más curiosidad de la que parece, y aunque no siempre se habla de ello, vale la pena entender qué es realmente, por qué está ahí y si su consumo puede afectar o no nuestra salud. Conocer este tema no solo te hará un consumidor más informado, sino también te ayudará a preparar tus camarones de forma más consciente y segura.

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Para empezar, hay que aclarar que esa “vena” no es una vena en el sentido biológico que todos imaginamos. En realidad, se trata del tracto digestivo del camarón, o dicho de forma más simple, su intestino. Es un pequeño tubo que recorre la parte superior del cuerpo del animal y que contiene los restos de lo que comió antes de ser capturado. Esto puede incluir algas, plancton, arena e incluso desechos. Por eso, a veces se le ve de color oscuro o marrón, dependiendo de su contenido.
Ahora bien, ¿qué significa esto para quienes lo comen? Aquí es donde comienza el debate. Algunas personas aseguran que no eliminarla no representa ningún peligro, ya que durante la cocción el calor elimina cualquier bacteria o impureza. En cambio, otros opinan que, aunque no sea necesariamente tóxica, su presencia puede alterar el sabor y la textura del camarón, dándole un ligero gusto amargo o arenoso.
La realidad es que ambas posturas tienen algo de razón. Desde el punto de vista de seguridad alimentaria, consumir la vena no suele ser peligroso si el camarón está bien cocido. Pero desde el punto de vista gastronómico y estético, quitarla sí marca una diferencia notable. Los chefs y amantes de la cocina más cuidadosos suelen hacerlo para garantizar un sabor más limpio y una presentación más apetecible.
Quitar la vena, además, puede ser una tarea sencilla con un poco de práctica. Existen dos formas comunes: con el camarón crudo o ya cocido. En el primer caso, se hace un pequeño corte a lo largo del lomo con un cuchillo fino o un palillo, y luego se extrae con cuidado. En el segundo, se puede retirar una vez que la cáscara esté fuera, aunque puede resultar un poco más complicado porque el calor endurece la carne.
Algunos se preguntan si todos los camarones la tienen visible, y la respuesta es no. En especies más pequeñas, esa línea suele ser casi imperceptible. En los camarones más grandes, en cambio, destaca más por su tamaño y color. Incluso, hay quienes eligen comprarlos ya “desvenados” para ahorrarse el proceso, especialmente cuando se trata de preparar grandes cantidades.
Otro dato interesante es que, además del intestino dorsal, el camarón también tiene una vena inferior, en la parte delantera del abdomen. Sin embargo, esta es una especie de arteria que no contiene restos de alimentos, por lo que no representa ninguna preocupación. Por eso, la que realmente importa a la hora de limpiar el camarón es la línea superior.
Más allá del aspecto culinario, hay otro punto importante: la higiene. El marisco en general puede contener bacterias o parásitos si no se manipula correctamente. Por eso, aunque el camarón pase por una cocción completa, lavarlo y desvenarlo siempre será una buena práctica. Así te aseguras de eliminar cualquier partícula de arena, suciedad o residuos que puedan afectar la calidad del plato.
En algunos países, quitar la vena se considera una cuestión de etiqueta y detalle culinario. En otros, en cambio, no se le da demasiada importancia y los camarones se cocinan tal cual. Lo curioso es que, si comparas el sabor de uno limpio con otro que no lo está, notarás una diferencia sutil pero real. El camarón desvenado resulta más suave y con un sabor más puro al mar, mientras que el otro puede dejar un ligero amargor, sobre todo si se fríe o se asa.
También hay que mencionar que el color de la vena puede ofrecer pistas sobre la frescura del camarón. Si es de un tono muy oscuro o negro, puede indicar que lleva tiempo almacenado o que no se limpió adecuadamente. Si es más clara, es señal de que el camarón es más fresco o que su dieta reciente era menos cargada de sedimentos.
Por eso, al comprar camarones, conviene fijarse no solo en su tamaño y color, sino también en ese detalle. Elegir ejemplares frescos, con olor suave a mar y sin manchas oscuras en la cáscara, es la mejor garantía de calidad. Si vienen con la vena, puedes quitarla tú mismo en casa sin mayor complicación.
Y aquí viene una pregunta interesante: ¿qué pasa si comes camarones con la vena sin darte cuenta? En la mayoría de los casos, nada grave. El cuerpo la digiere sin problema. Pero en personas con estómagos más sensibles o con condiciones digestivas específicas, puede causar una leve molestia o sensación de pesadez. De ahí la recomendación general: si puedes quitarla, mejor hazlo.
En definitiva, limpiar la vena del camarón no es una obligación, pero sí una muestra de atención y cuidado hacia lo que consumes. No se trata solo de estética, sino también de disfrutar plenamente el sabor del mar sin impurezas ni residuos innecesarios. Y aunque este tema pueda parecer trivial, entender lo que realmente hay detrás de ese pequeño detalle te permite apreciar más el alimento que llega a tu mesa.
Así que la próxima vez que cocines camarones, tómate un momento para observarlos bien. Retirar la vena no te tomará más de unos segundos, y tu plato quedará más limpio, más sabroso y con una textura perfecta. Es una de esas pequeñas diferencias que, aunque parezcan insignificantes, elevan el resultado final de cualquier receta.
En resumen, esa “vena” del camarón no es algo peligroso ni alarmante, pero conocer su función, su contenido y cómo manejarla correctamente demuestra una verdadera conciencia culinaria. Y en la cocina, como en la vida, los detalles marcan la diferencia.

