Todos hemos tenido algún moratón alguna vez. Un golpe contra la mesa, un tropiezo con la cama o incluso una caída ligera pueden dejar esas marcas azuladas o violáceas en la piel que suelen desaparecer con el paso de los días. Generalmente no les damos mucha importancia, porque asumimos que son consecuencia de un golpe y que se curarán solos.
Pero, ¿qué pasa cuando esos moratones aparecen sin que recordemos haber tenido un golpe o cuando surgen con demasiada facilidad? En esos casos, el cuerpo podría estar enviando señales de que algo no anda bien y conviene prestarle atención antes de que se convierta en un problema mayor.

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Los moratones, conocidos también como hematomas, se producen cuando pequeños vasos sanguíneos bajo la piel se rompen y permiten que la sangre se acumule en esa zona. Aunque la mayoría son inofensivos, hay situaciones en las que pueden indicar deficiencias, enfermedades o condiciones que merecen ser evaluadas.
- Fragilidad capilar o envejecimiento
Con el paso del tiempo, los vasos sanguíneos se vuelven más frágiles y la piel más delgada. Esto provoca que cualquier pequeño roce deje una marca visible. Si los moratones aparecen principalmente en personas mayores, suele estar relacionado con la edad, aunque siempre es recomendable descartar otros factores. - Déficit de vitaminas y nutrientes
La falta de ciertos nutrientes, en especial la vitamina C, la vitamina K o el hierro, puede facilitar la aparición de hematomas. Estos elementos participan en la coagulación y en la reparación de los tejidos, por lo que cuando escasean, los capilares se rompen con mayor facilidad. Una dieta desequilibrada podría ser la responsable. - Problemas en la coagulación
Algunas personas tienen alteraciones en la sangre que dificultan la coagulación normal. Esto puede deberse a trastornos hereditarios o a enfermedades adquiridas. En estos casos, los moratones aparecen de manera espontánea o con golpes mínimos y suelen tardar más tiempo en desaparecer.
- Medicamentos que adelgazan la sangre
Los anticoagulantes y ciertos fármacos como la aspirina pueden favorecer la aparición de hematomas. Si estás bajo tratamiento y notas que tu piel se llena de moratones con frecuencia, lo recomendable es hablar con tu médico para ajustar la dosis o valorar alternativas. - Trastornos hepáticos
El hígado juega un papel clave en la producción de proteínas necesarias para la coagulación. Cuando este órgano no funciona bien, pueden surgir moratones sin causa aparente. Acompañados de otros síntomas, como cansancio extremo, piel amarillenta o pérdida de apetito, podrían ser una señal de alarma. - Problemas de la médula ósea o enfermedades sanguíneas
En situaciones más serias, los moratones recurrentes y extensos pueden estar relacionados con alteraciones en la médula ósea o con enfermedades como la leucemia. No significa que un simple moretón sea un diagnóstico, pero si aparecen de manera frecuente y sin explicación, lo ideal es realizar análisis médicos. - Estrés y cansancio prolongado
Aunque parezca extraño, el estrés crónico y la falta de descanso también pueden debilitar el sistema inmune y afectar la circulación. Esto, en algunos casos, aumenta la predisposición a tener pequeños hematomas en distintas partes del cuerpo.
¿Qué hacer si aparecen moratones sin explicación?
Lo primero es observar. Si son ocasionales y desaparecen en pocos días, probablemente no sean motivo de preocupación. Pero si notas que aparecen con mucha frecuencia, en zonas inusuales como el abdomen o la espalda, o vienen acompañados de sangrados en encías, nariz u otros síntomas, lo más sensato es acudir a un médico.
Los moratones no siempre son graves, pero tampoco conviene subestimarlos. Escuchar a tu cuerpo y atender sus señales puede marcar la diferencia entre un simple descuido y la detección temprana de un problema serio.

