
A simple vista, el diente de león puede parecer solo una maleza común que invade jardines y caminos. Sin embargo, esta humilde planta esconde un poderoso potencial medicinal que ha sido aprovechado desde tiempos antiguos.
Cada parte del diente de león —flores, hojas y raíces— contiene compuestos que benefician profundamente al cuerpo, convirtiéndolo en un tesoro verde para la salud natural.

El diente de león es conocido por sus propiedades depurativas, digestivas, antiinflamatorias y diuréticas. Es ideal para limpiar el hígado, estimular la digestión, combatir la retención de líquidos y reforzar el sistema inmunológico. Sus hojas son ricas en vitamina A, C, hierro, calcio y potasio, mientras que su raíz contiene inulina, un prebiótico natural que favorece la flora intestinal.
Receta 1: Infusión depurativa de hojas y raíces de diente de león
1 cucharadita de raíz seca (o fresca, bien lavada)
4 hojas frescas de diente de león
1 taza de agua
Hierve el agua, agrega la raíz y las hojas, y deja hervir por 5 minutos. Apaga el fuego, tapa y deja reposar 10 minutos. Cuela y bebe una taza en ayunas durante 7 a 10 días. Esta infusión ayuda a limpiar el hígado, mejorar la digestión y reducir la inflamación abdominal.
Recomendaciones de uso:
Aunque es una planta segura, su efecto diurético puede no ser adecuado para personas con problemas renales o que toman medicamentos específicos. Siempre es recomendable consultar con un profesional si tienes dudas.
El diente de león nos recuerda que la naturaleza guarda sus mayores poderes en los lugares más sencillos. Una “maleza” para algunos, pero un remedio lleno de vida para quienes saben observar con atención.
